LA VIRGEN DEL PATROCINIO ES PATRONA Y PROTECTORA DE LA VILLA DE MILAGRO, EN LA RIBERA DE NAVARRA. AVE MARÍA PURÍSIMA.

9º DÍA

MEDITACIÓN

Nunc et in hora mortis nostrae.
Ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.

María Santísima es Madre de Dios, toda su grandeza redunda por lo tanto en nuestro beneficio; es Reina, y gozando de las mismas riquezas y autoridad que el Rey, su Hijo, riquísima será y omnipotente para dispensar favores: es nuestra abogada y a su elocuencia soberana se rinde su mismo Hijo, fallando favorablemente la causa de los pecadores; solo quiere María, dice el beato Alberto Magno, ser rogada para que quiera, porque si quiere necesario es que se haga, y ¿cómo no ha de querer si nosotros somos sus hijos?.

A vuestro Patrocinio, pues, nos acogemos ¡oh, María!, y siendo este el último día de la Novena, con el mayor interés posible os decímos, reverentes, "ruega por nosotros pecadores, ahora", en estos tiempos calamitosos en que la masonería, con su aliado el liberalismo, quiere asentar sobre la tierra el imperio del diablo; ahora, que con el antifaz del anticlericalismo, despiadada y descaradamente se ataca al Santo Padre, a los Obispos, y al clero secular y regular con el fin de arrebatar a la Iglesia sus fieles una vez dispersados los pastores; ahora, que con la prensa impía tan fácilmente se pervierte a los hombres, sembrando la herejía y el error en sus inteligencias y el vicio en sus corazones; ahora, en que el mundo con sus escándalos, los hombres con su corrupción y materialismo, la sociedad con sus exigencias, todo nos induce a cometer el pecado; ahora, en que se quiere apagar la antorcha de la fe y borrar los preceptos del Decálogo, única luz y guía de nuestras almas, para que no sabiendo lo que es verdad o error, moral o inmoral, virtud o vicio, caigamos en el báratro de nuestras concupiscencias y pasiones; ahora, que se pretende descatolizar a España, nación tuya y nuestra. Sí, ruega por nosotros pecadores, ahora... y en la hora de nuestra muerte, en el trance más crítico de nuestra vida; en el tiempo más interesante para nuestras almas; en el momento en que el diablo hará el supremo esfuerzo para perdernos; en el instante en que se ha de decidir nuestra eterna suerte; en aquella hora en que todo es aflicción, desconsuelo, angustia; en la agonía, en la que desde hoy deseo dedicaros mis últimas palabras, afectos y suspiros; y por último en aquél tribunal, donde se rinde minuciosamente cuenta de la vida. Seguid siendo, Virgen Santísima del Patrocinio, nuestro auxilio, nuestra esperanza y nuestro consuelo, ahora, y también en la hora de nuestra muerte, para que eternamente te alabemos dichosos en el cielo. Amén.

...AHORA, Y EN LA HORA DE NUESTRA MUERTE.


ORACIÓN FINAL

¡Oh, Virgen Santísima del Patrocinio!. Con este título glorioso que sintetiza a todos y es el primero que se desprende de vuestro maternal Corazón, os distingue este pueblo de Milagro que al cifrar en Vos su esperanza y sus amores, os tributa especialmente en esta Novena, el más sincero culto, porque sabe además que estás junto al trono del Altísimo, como dispensadora de las gracias que se conceden al género humano. Con toda confianza, pues, me acerco a Vos para suplicaros, que continuéis siendo siempre como hasta ahora nuestra Abogada y Protectora ante vuestro divino Hijo, quien nada sabrá negaros, a fin de que se me conceda el perdón de mis pecados, la perseverancia final y la gracia que éste vuestro hijo ingrato necesita para servir, amar y agradar a Dios y a Vos con fidelidad y constancia. Concededme al mismo tiempo la gracia particular que os pido en esta Novena, si ha de ser para mayor honra y gloria Vuestra y provecho de mi alma, por el mismo Señor Nuestro, Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.