LA VIRGEN DEL PATROCINIO ES PATRONA Y PROTECTORA DE LA VILLA DE MILAGRO, EN LA RIBERA DE NAVARRA. AVE MARÍA PURÍSIMA.

2º DÍA

MEDITACIÓN

Gratia plena
Llena eres de gracia

Dios nuestro Señor, dice el Angélico doctor Santo Tomás, da a cada ser la gracia según la dignidad a que le destina, y no es menos cierto, que la mayor o menor cantidad de gracia en un alma es efecto del mayor o menor amor del Señor para con la misma; según esto, ¿quien podría medir la cantidad de gracia que encierra el inmenso océano del Corazón de María, siendo su dignidad altísima, en cierto modo infinita, y la más amada de Dios entre todas las criaturas?. Con razón, dice San Sofronio, fue muy gráfica la expresión del Ángel, "llena eres de gracia", con que saludó a María, porque a las demás criaturas se dio la gracia en porciones más o menos grandes, mas a María en toda su plenitud, tanto que muchas veces rebasaba los límites de su Corazón derramándose en su natural y apareciendo por eso mismo encantadora a los ojos de Dios y de los hombres, omnis gloria ejus ab intus, in fimbris aureis circumamicta varietatibus. Ella es la mística fuente abundosa en aguas vivas, destinada a regar el erial de nuestro corazón donde crecen tantas espinas y convertirlo en hermoso vergel de virtudes; fuente tan llena de gracia, que ella sola es bastante, dice el Doctor Angélico, para derramarla sobre todos.

Ahora bien, si el mérito de las acciones está en relación directa con la gracia que las informa, y ésta hemos visto es plena en María, no en razón a la misma gracia sino en orden a sí, haciéndola idónea para ser Madre de Dios, ¿cuánto no habrá merecido María no solamente para sí misma, sino también para nosotros, que aunque miserables somos sus amados hijos?. María, en fin, es Madre de Dios, Mater divinae gratiae, como le llama la Iglesia, dispone por lo tanto de tesoros infinitos de la gracia de su Hijo para distribuirla entre nosotros. Según esto, fíjate bien, alma mía, y mira el contraste que haces delante de tu Madre Santísima: ¡su Corazón tan lleno de gracias, y el tuyo tan vacío de ellas!, ¡nuestro corazón tan lleno de pecados, y el de María vacío por completo de todos ellos!. Es que el pecado y la gracia son dos cosas opuestas, que se repelen, que no pueden convivir juntos en un mismo corazón. Cometiendo a diario tantos pecados veniales te haces indigna de especiales gracias, que de otro modo, con pródiga mano derramaría sobre tí María; y con el pecado mortal abres en tu corazón una brecha, una herida profunda, por donde sale toda la sangre de la gracia sin la cual no puedes vivir espiritualmente.

Acudamos pues a María, invoquemos su patrocinio que es singular en la concesión de la gracia, y juntemos nuestro corazón al suyo para que se llene de gracia con la que nos hacemos agradables a Dios y partícipes de la celestial recompensa.

La llena de gracia debe de ser nuestra referencia de imitación en todos y dada uno de los momentos de nuestra vida.


ORACIÓN FINAL

¡Oh, Virgen Santísima del Patrocinio!. Con este título glorioso que sintetiza a todos y es el primero que se desprende de vuestro maternal Corazón, os distingue este pueblo de Milagro que al cifrar en Vos su esperanza y sus amores, os tributa especialmente en esta Novena, el más sincero culto, porque sabe además que estás junto al trono del Altísimo, como dispensadora de las gracias que se conceden al género humano. Con toda confianza, pues, me acerco a Vos para suplicaros, que continuéis siendo siempre como hasta ahora nuestra Abogada y Protectora ante vuestro divino Hijo, quien nada sabrá negaros, a fin de que se me conceda el perdón de mis pecados, la perseverancia final y la gracia que éste vuestro hijo ingrato necesita para servir, amar y agradar a Dios y a Vos con fidelidad y constancia. Concededme al mismo tiempo la gracia particular que os pido en esta Novena, si ha de ser para mayor honra y gloria Vuestra y provecho de mi alma, por el mismo Señor Nuestro, Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.