LA VIRGEN DEL PATROCINIO ES PATRONA Y PROTECTORA DE LA VILLA DE MILAGRO, EN LA RIBERA DE NAVARRA. AVE MARÍA PURÍSIMA.

7º DÍA

MEDITACIÓN

Mater Dei
Madre de Dios

Queriendo un orador antiguo ensalzar la memoria de Filipo, rey que había sido de Macedonia, le bastó tan sólo para arrancar el entusiasmo a sus oyentes alegar un título genealógico; decir, que fue padre del gran Alejandro, ¿quién dejará, pues, de entusiasmarse al saber que María es Madre, no de un hombre singular y extraordinario, sino que es Madre del mismo Dios?. No os canséis, no, en llamar a María con palabras las más sublimes y títulos los más excelsos, nos dice San Agustín, que en tanto no la llamemos Dios, nos quedaremos mil leguas atrás de lo que Ella merece. Dios Nuestro Señor, con ser omnipotente al formar a María echó el resto, digámoslo así, de su poder y sabiduría, porque Dios, exclama San Buenaventura, pudo crear un mundo más hermoso y dilatado del que creó, un cielo muchísimo más resplandeciente que el que hizo; pero una madre mejor y mayor que la Madre de Dios, esto no lo pudo hacer; y lo mismo asegura Santo Tomás cuando afirma que, tres obras de Dios exceden todo lo que Él podía hacer: la Encarnación, la Bienaventuranza de los santos, y la Maternidad divina. 

¡María es Madre de Dios!. He aquí la clave de todas sus grandezas, la explicación de los encomiásticos elogios que todos los siglos le han tributado. ¡María es Madre de Dios!. He aquí una verdad fundamental, notificada por la revelación, defendida por los santos Padres, visada por la razón, y testimoniada por todos los fieles.

Por eso, cuando el infame Nestorio quiso quitar a María su mayor gloria negando su maternidad divina, los fieles todos ahogaron al momento tan infernal grito y en Éfeso, juntamente con la Iglesia docente que acaba de unir al canon de nuestra fe tan sublime dogma, recorren las calles con hachas encendidas entonando henchidos de júbilo el "Santa María, Madre de Dios", plegaria que después de la del Ángel, es la más hermosa que pueden pronunciar los labios de un cristiano que sea verdadero amante de María.

Pero María es, además, Madre nuestra y por mandato de Jesús nos adoptó por Hijos al pie de la Cruz, en la persona de Juan. ¡Es nuestra Madre!, y ¿puede haber corazón más compasivo que el de una madre para con su hijo?, ¿qué es lo que una madre no daría por su hijo?. No se puede ni siquiera imaginar; daría la sangre de sus venas, daría la vida de su corazón; pues consideremos que todo este amor es nada comparado con el de María, porque las madres aman a sus hijos con corazón de tierra, aquellas aman con corazón de carne, y María nos ama con corazón de Dios, con aquél mismo amor que infundiera en su pecho para amar dignamente a su Hijo divino.

Y si el amor con amor se paga, correspondamos a tanta fineza con nuestra gratitud, demostremos con nuestras obras que somos hijos amantes de nuestra Virgen del Patrocinio, para que de esta manera, Ella nos atienda y nos conceda lo que le pidamos, cuando con la Iglesia, aunque un poco atrevidos, le digamos monstra te esse matrem, demuestra que sois mi Madre.

MADRE DE DIOS (Detalle del retablo de la iglesia parroquial de Ntra. Sra. de los Abades, en Milagro)



ORACIÓN FINAL

¡Oh, Virgen Santísima del Patrocinio!. Con este título glorioso que sintetiza a todos y es el primero que se desprende de vuestro maternal Corazón, os distingue este pueblo de Milagro que al cifrar en Vos su esperanza y sus amores, os tributa especialmente en esta Novena, el más sincero culto, porque sabe además que estás junto al trono del Altísimo, como dispensadora de las gracias que se conceden al género humano. Con toda confianza, pues, me acerco a Vos para suplicaros, que continuéis siendo siempre como hasta ahora nuestra Abogada y Protectora ante vuestro divino Hijo, quien nada sabrá negaros, a fin de que se me conceda el perdón de mis pecados, la perseverancia final y la gracia que éste vuestro hijo ingrato necesita para servir, amar y agradar a Dios y a Vos con fidelidad y constancia. Concededme al mismo tiempo la gracia particular que os pido en esta Novena, si ha de ser para mayor honra y gloria Vuestra y provecho de mi alma, por el mismo Señor Nuestro, Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.